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Menologio Basilio II

En esta edición facsímil despliega una larga serie de imágenes sacras, como retratos de santos -mártires, confesores, vírgenes, obispos, anacoretas, etc.-, hieráticamente representados, con elegantes fondos arquitectónicos o paisajísticos o bien captando un momento especialmente importante de su vida. A las numerosas escenas de martirio, con mucho el tema preferido, se añaden representaciones de pasajes de las Historia Sagrada o de diversas leyendas hagiográficas, con escenas de milagros y apariciones o de descubrimientos y traslados de reliquias.Uno de los motivos que confieren a este manuscrito tan extraordinario valor es que -caso único en la historia de la miniatura bizantina- junto a cada una de las ilustraciones del códice encontramos la indicación del artista que la ha pintado. Con ello se rompe el tradicional anonimato de los miniadores griegos y nos permite estudiar las características individuales y las orientaciones estilísticas de cada uno de los ocho artistas que participan en la empresa: Jorge, Miguel el Joven, Miguel el Blachernita, Simeón, Simeón el Blachernita, Mena y Néstor, capitaneados todos ellos por Pantaleón, sin duda el más famoso ilustrador de aquella época, de cuya vida y actividad tenemos también información gracias a otras fuentes coetáneas.

El Martirologio o Menologio de Basilio II, es considerado como la más señera obra de arte de los manuscritos griegos con miniaturas, que han llegado hasta nosotros, y constituye un punto de referencia obligado para el estudio de la miniatura bizantina durante los siglos X y XI.

 

Confeccionado por orden del emperador Basilio II (976-1025), representa la cumbre de la experiencia y de la síntesis de las tendencias del arte aúlico de Constantinopla en torno al año 1000.De los dos volúmenes que originariamente componían la obra, solo nos ha llegado el primero, el que corresponde al primer semestre del año litúrgico bizantino, que empieza en el mes de septiembre y llega hasta febrero.

 

Contiene el manuscrito una redacción muy abreviada, preparada expresamente para él, del libro litúrgico de la iglesia griega conocido como Synarion, en el que se recogen noticias breves sobre el santo o sobre la festividad del día para ser leídas al amanecer en el oficio monástico de maitines.

 

En esta extraordinaria “edición de lujo” preparada para el último emperador de la dinastía macedonia, todos los textos breves dedicados a cada santo, que ocupan siempre dieciséis líneas, van acompañados en cada página por una miniatura ilustrativa de la festividad. El total de las miniaturas conservadas alcanza el número de 430.

 

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En esta edición facsímil despliega una larga serie de imágenes sacras, como retratos de santos -mártires, confesores, vírgenes, obispos, anacoretas, etc.-, hieráticamente representados, con elegantes fondos arquitectónicos o paisajísticos o bien captando un momento especialmente importante de su vida. A las numerosas escenas de martirio, con mucho el tema preferido, se añaden representaciones de pasajes de las Historia Sagrada o de diversas leyendas hagiográficas, con escenas de milagros y apariciones o de descubrimientos y traslados de reliquias.Uno de los motivos que confieren a este manuscrito tan extraordinario valor es que -caso único en la historia de la miniatura bizantina- junto a cada una de las ilustraciones del códice encontramos la indicación del artista que la ha pintado. Con ello se rompe el tradicional anonimato de los miniadores griegos y nos permite estudiar las características individuales y las orientaciones estilísticas de cada uno de los ocho artistas que participan en la empresa: Jorge, Miguel el Joven, Miguel el Blachernita, Simeón, Simeón el Blachernita, Mena y Néstor, capitaneados todos ellos por Pantaleón, sin duda el más famoso ilustrador de aquella época, de cuya vida y actividad tenemos también información gracias a otras fuentes coetáneas.

El Martirologio o Menologio de Basilio II, es considerado como la más señera obra de arte de los manuscritos griegos con miniaturas, que han llegado hasta nosotros, y constituye un punto de referencia obligado para el estudio de la miniatura bizantina durante los siglos X y XI.

 

Confeccionado por orden del emperador Basilio II (976-1025), representa la cumbre de la experiencia y de la síntesis de las tendencias del arte aúlico de Constantinopla en torno al año 1000.De los dos volúmenes que originariamente componían la obra, solo nos ha llegado el primero, el que corresponde al primer semestre del año litúrgico bizantino, que empieza en el mes de septiembre y llega hasta febrero.

 

Contiene el manuscrito una redacción muy abreviada, preparada expresamente para él, del libro litúrgico de la iglesia griega conocido como Synarion, en el que se recogen noticias breves sobre el santo o sobre la festividad del día para ser leídas al amanecer en el oficio monástico de maitines.

 

En esta extraordinaria “edición de lujo” preparada para el último emperador de la dinastía macedonia, todos los textos breves dedicados a cada santo, que ocupan siempre dieciséis líneas, van acompañados en cada página por una miniatura ilustrativa de la festividad. El total de las miniaturas conservadas alcanza el número de 430.

 


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Tolomeo Vaticano

Entre las ilustraciones del manuscrito hay que destacar la miniatura que se hace del geógrafo Tolomeo en el interior de una capital del folio 2, donde aparece con un libro y un compás en la mano.

La Biblioteca Apostólica Vaticana cuenta entre sus tesoros bibliográficos con una de estas obras, no en el originario texto griego sino en la traducción latina de Jacopo Angeli da Scarpezia. Este manuscrito perteneció al papa bibliófilo Alejandro VII, según muestran sus armas estampadas en oro en la encuadernación (Sig. Urb. lat. 174) y ahora se presenta en edición facsímil.

 

Durante la época medieval y el Renacimiento se difundió bajo el nombre de Tolomeo una serie de obras de geografía del mundo conocido, imprescindibles para viajes y transacciones comerciales, que toman su nombre del famoso geógrafo egipcio Claudio Tolomeo, que vivió en Alejandría en el siglo II de Cristo.

 

El ejemplar puede catalogarse de obra maestra no sólo por la calidad del texto y rigor en el dibujo de los mapas, sino por el material empleado: pergamino de primera calidad teñido de diversos colores, abundancia de pan de oro para títulos y marcos, representación de los vientos con cabezas humanas, etc.

 

Está formado por 133 folios de pergamino de 444 x 299 mm., y fue escrito en letra humanística redonda en la ciudad de Florencia en el siglo XV. Aparte del texto explicativo, se incluyen 30 mapas: un planisferio del Viejo Mundo, 13 mapas de Europa (a los que se añadieron tres nuevos: España moderna, Europa del Norte, Italia moderna, más precisos y desarrollados de como los hizo Tolomeo), 4 de África y 12 de Asia, advirtiéndose que un mapa suele estar desarrollado en varios folios.

 

Ya en el siglo XVI se le añadió al códice un segundo planisferio que comprendía las tierras recién descubiertas del Continente americano.

 

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Tolomeo Vaticano

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Entre las ilustraciones del manuscrito hay que destacar la miniatura que se hace del geógrafo Tolomeo en el interior de una capital del folio 2, donde aparece con un libro y un compás en la mano.

La Biblioteca Apostólica Vaticana cuenta entre sus tesoros bibliográficos con una de estas obras, no en el originario texto griego sino en la traducción latina de Jacopo Angeli da Scarpezia. Este manuscrito perteneció al papa bibliófilo Alejandro VII, según muestran sus armas estampadas en oro en la encuadernación (Sig. Urb. lat. 174) y ahora se presenta en edición facsímil.

 

Durante la época medieval y el Renacimiento se difundió bajo el nombre de Tolomeo una serie de obras de geografía del mundo conocido, imprescindibles para viajes y transacciones comerciales, que toman su nombre del famoso geógrafo egipcio Claudio Tolomeo, que vivió en Alejandría en el siglo II de Cristo.

 

El ejemplar puede catalogarse de obra maestra no sólo por la calidad del texto y rigor en el dibujo de los mapas, sino por el material empleado: pergamino de primera calidad teñido de diversos colores, abundancia de pan de oro para títulos y marcos, representación de los vientos con cabezas humanas, etc.

 

Está formado por 133 folios de pergamino de 444 x 299 mm., y fue escrito en letra humanística redonda en la ciudad de Florencia en el siglo XV. Aparte del texto explicativo, se incluyen 30 mapas: un planisferio del Viejo Mundo, 13 mapas de Europa (a los que se añadieron tres nuevos: España moderna, Europa del Norte, Italia moderna, más precisos y desarrollados de como los hizo Tolomeo), 4 de África y 12 de Asia, advirtiéndose que un mapa suele estar desarrollado en varios folios.

 

Ya en el siglo XVI se le añadió al códice un segundo planisferio que comprendía las tierras recién descubiertas del Continente americano.

 


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